martes, 27 de enero de 2009

Ana YNada,tu y yo somos tres

Ana Ynada vive en una casa deshabitada.
Pero a mí me gusta, me gusta que vivas sola en una casa sin puertas, con una sola ventana a la que perseguir como a la sombra de una hoja arremolinándose por el pasillo, con una cama de mil sábanas sobre un garbanzo de lado, con una cocina en cuesta llena de murciélagos como sartenes, con armarios arrodillados como ataúdes para enanos, con tinajas de vinagre llenas de trapos bostezando, con un pozo en el tejado y una chimenea que se asusta en el pasillo, con una habitación pintada de corcheas y una estufa que calienta a gritos.
Ana Ynada se hace pequeña cuando nadie la escucha, mis orejas son dos grifos en una calle oscura.
Ana Ynada canta de espaldas en una bodega de silencios, yo tengo sus labios como dos rosales huecos.
Ana Ynada nació de mentiras de tanto gritar.
Ana Ynada anda desnuda y yo la oigo crujir.
Ana Ynada se abre las ventanas para que no se me olvide quererla.
No me gusta que me peguen cuando salgo de la casa. Nadie pega a las hormigas, nadie pega a los grillos, ni a las ranas, ni siquiera a las golondrinas... ¿por qué no puedo yo también ir desnudo?

Ana Ynada, tu nombre me hace un gato en el estómago, me llenas las orejas de bicicletas cuesta abajo y el corazón de manos de pianista. Si supiera nadar, lo haría por tu casa inundada, por tus pilares mojados, por tus arcos de madera, por tus zócalos húmedos, por tus esquinas en sombra, por tu última mirada.
A veces te oigo como zapatos en un desván, desde aquí, desde la parra, tus zapatos recorren los cables de la luz de la Iglesia al Casino, del Ayuntamiento a tu casa, se cuelan por tu ventana, se descuelgan sobre el agua... Sobre cada huella un pecho, un pequeño pecho tuyo, con su pezón... su aureola... su copa... vas andando sobre el agua... tu pezón... su aureola... su copa... y llenas de pechos tuyos toda la casa... tu pezón... su aureola... su copa...
Ana Ynada, soy un tonto sostenido entre un no y un si bemol... las corcheas de tu pelo y dos silencios de pezón.
Porque me huelen a sábanas tus poros recién besados... por los estigmas que en mis manos hacen tus pezones incendiarios...
Ana Ynada no tienes hombros.
Ana Ynada no tienes labios.
Ana Ynada eres un almendro en marzo
Poniendo en flor de tus pechos los pedazos.
El día que aprenda hablar, lo haré por tus pezones bajo el agua, por tus pechos contra la ventana, por una mesa de harina y sobre ella tú estirada...
Ana Ynada, bajo tu mar de lágrimas hay un piano que se toca con los dedos, con los ojos cerrados, con la respiración pausada, como si me estuviera durmiendo... durmiendo sobre tus teclas y... en realidad... me estoy embriagando de tu sonido... de tu sonido hueco, de las escalas... de sostenidos... mordidas... entre una única melodía... una melodía cadenciosa, constante... de agua entrando... caliente... en tu vientre, de fusas y semifusas sobre tus pezones picados, de silencios de blancas sobre tus copas agitadas... de un cresccendo, un cresccendo violento... un cresccendo agónico... ¡un allegreto!... ¡allegreto!... ¡Allegreto! ¡Allegreto! ¡Allegreto forte! ¡Entre tus piernas! ¡Tus piernas y mis manos! ¡Tu boca seca! ¡Tu boca seca y mis labios!... cortados... a las cuatro de la tarde... a la hora de la siesta... piano... piano...

Si pudiera sentir con los dedos mis miradas... para el alma nueva que me vendiste...
Si pudiera escuchar de tus huecos el sabor... Para las manos rotas que me diste...
Si pudiera lamer tus jadeos y tu risa... Para el corazón de trapo que soy...
Sabría entonces a qué sabe tu voz... Vendrían tus labios a romper...
Los ambientes bajo tu ser... Los míos contra tu piel...
El olor de tus cosquillas... Sin orden ni concierto...
El sonido de tu pelo... De tonto a esclavo por...
El sabor de tu sed... Descubrir que te quiero...
Ana Ynada... y Como un ciego entre tus pechos...
Antes de conocerte... Como un sordo entre tus piernas...
Nunca supe distinguir... Déjame aquí olvidado...
Entre avispas y caricias... Déjame que me deshaga...
Entre sueños y golondrinas... Quiero oirme despertando...
Entre las manos los alambres... Amanecer bajo tus bragas...
Entre besos y meses de enero... Ni dejar de ser ni pretender...
Porque sin ti ni supe saber sentir... Ser el idiota que fui, sólo poder...
Supe amar, supe saber, supe respirar, supe vivir... Alambicar mis sueños en tu existir...




Ana Ynada, ni ayer ni anoche volví... se me llevó la gente... me estiraron de los brazos... me encerraron en un retrete... vinieron los gitanos... me agarraron de repente... me cortaron a pedazos... me han dejado una frente... entre las piernas y el ano... Todavía me duele... Todavía noto algo... Ya no quiero verte... Dicen que yo era malo... Pero la mala es la gente...


Ana YNada,tu y yo somos tres,Alvaro Garcia Hernandez

No hay comentarios: