domingo, 29 de marzo de 2009


Domingo, 9:00 a.m.
Noto como voy saliendo de mi hipnosis poco a poco, se me abren los ojos sin querer pero sin poder evitarlo y estiro el brazo para ver la hora.
Normalmente madrugar tanto un domingo me enfadaría, pero hoy no.
Vuelvo al calorcito del edredón y me abrazas. Sonrío; vuelvo a tener esa plena seguridad de que un domingo por la mañana quererse más es imposible. Te acoplas a mí emitiendo un suspirillo que contagia tranquiliad, comodidad, sueñito...y me empiezas a buscar las cosquillas otra vez.

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